¿Qué es la Enfermedad?
En el mundo de la Medicina Natural o Naturopatia se posee la convicción de la existencia de una “fuerza innata” en nuestro organismo que se encarga de mantener el funcionamiento de todos los procesos metabólicos, bioquímicos y energéticos en estado de equilibrio, llamado “homeostasis”, y cuando funcionamos bajo ese estado nuestro cuerpo lo manifiesta con una sensación de bienestar permanente que llamamos “Salud”.
Esa “fuerza innata” ha sido llamada de varias formas a lo largo de la historia de la medicina natural por los grandes exponentes de la medicina antigua. Hipócrates, padre de la Medicina, en el año 500 A.C., la llamaba “Vis Medicatrix Natura” (la fuerza curativa de la naturaleza). Galeno en el año 100 D.C, la llamaba “Proceso Vital”. Paracelso, en el año 1600, la llamaba “Fuerza Alquímica”. Sebastian Kneip, padre de la Hidroterapia, en 1750, la llamaba “Fuerza Natural” y Samuel Hanneman, padre de la Homeopatía, en 1880 la llamaba “Fuerza Vital”.
Para que esa “fuerza” vital, natural o innata pueda funcionar al máximo y mantenernos en estado de salud, se requiere que llevemos una vida “equilibrada” en todos los aspectos como alimentación balanceada, trabajo útil y gratificante, ejercicio físico adecuado, descanso oportuno, sueño reparador y emocionalidad estable. Cuando nuestra vida se “desequilibra” en uno o en varios de los aspectos señalados, la “fuerza vital” se debilita y se crean así las condiciones para que se desarrolle la “Enfermedad”, cuya naturaleza, así como nivel de gravedad dependerá de nuestra genética, constitución, biotipo o terreno biológico individual, además de los factores de riesgo a los que nos hallamos expuesto.
La “Enfermedad”, entendida bajo ese enfoque, debe ser vista como el “mensaje” que nos envía nuestro organismo para dejarnos saber que estamos viviendo con “desequilibrios”, y que, para poder retornar al estado de salud, debemos hacer los cambios pertinentes para corregir esos desequilibrios y recobrar totalmente nuestra “fuerza vital”, la cual conducirá nuevamente nuestro organismo a ese estado de “homeostasis” que manifestamos con una sensación de bienestar, energía, y buena salud.
¿Por qué nos Enfermamos?
El ser humano actual es la última versión del género “Homo”, concretamente somos los “Homo sapiens” y somos el resultado de miles de millones de años de evolución. Las funciones de nuestra maquinaria corporal son consecuencia de las sucesivas adaptaciones de las especies que nos precedieron, concretamente, de hace unos diez (10) millones de años cuando iniciamos nuestro propio camino evolutivo.
76 mil generaciones de nuestra especie han basado su alimentación en las frutas, verduras, tubérculos, carne, pescado, huevos, miel y algunos frutos secos. Hace 300 generaciones que apareció la agricultura y con ello el inicio del consumo de cereales y legumbres. Hace 200 generaciones que se introdujeron los lácteos en la dieta humana.
Han transcurrido 7 generaciones desde la llegada de la “Revolución Industrial”, y con ella el inicio de la industrialización alimentaria que dio paso a la agricultura y ganadería intensiva, y en general, a la industrialización de todo el sistema productivo de nuestra comida. Aparecen los azúcares, aceites y cereales refinados. Y para acabar, solo llevamos conviviendo 4 generaciones con los productos ultraprocesados y con la utilización de un número cada vez más variado de aditivos sintéticos de todo tipo.
Es decir, de los 2 millones de años que tiene nuestra especie solo en los últimos 10 mil años, y en especial, en los últimos 200 años hemos alterado y revolucionado nuestro ambiente, alimentación y estilo de vida de forma dramática y hemos desarrollado un “perfil de vida” que nos conduce a sufrir todas las llamadas “Enfermedades Modernas”, ya descritas.
Pero ¿cuáles son las características más resaltantes de nuestro perfil de vida actual?
1. Consumimos toxinas y venenos con nuestros alimentos
La mayor parte de la población que vive en ambientes urbanos, apiñados en las grandes capitales del planeta, consigue sus alimentos en los supermercados, los cuales tienen algunas características comunes:
-Son alimentos cargados de herbicidas, pesticidas y aditivos químicos múltiples y variados
-Un alto porcentaje de esos alimentos han sido modificados genéticamente (transgénico y clonados)
-Muchos de esos alimentos son pasados por radiaciones ionizantes antes de ir al supermercado para mantenerlos asépticos
2. Sufrimos de múltiples carencias nutricionales
El resultado de los procedimientos que aplica la industria alimentaria para asegurar el suministro de alimentos a toda la población mundial, como son los monocultivos, el uso de abonos y fertilizantes químicos desde el cultivo hasta el mercado, la manufactura y procesamiento alimentario cargado de miles de aditivos; es el “empobrecimiento” del valor nutritivo de la mayoría de los alimentos que consumimos, llegando a perderse hasta un 80% y más de sus nutrientes, siendo el resultado lógico de esta realidad, la proliferación de las “carencias nutricionales” que afectan a casi todos los sectores de la población y a todos los países del mundo, con mayor énfasis a los del tercer mundo.
Las carencias nutricionales afectan fundamentalmente al contenido de vitaminas, minerales y oligoelementos de los alimentos, los llamados “micronutrientes” ya que son los más sensibles a la manipulación química y térmica de los alimentos. Estas carencias nutricionales son las responsables de una gran cantidad de trastornos de la salud que están detrás de muchas enfermedades de la actualidad. Ejemplo:
-Hipovitaminosis A; enfermedades de la piel y trastornos visuales
-Hipovitaminosis B; debilidad musculo esquelética, corazón débil con arritmias, hipotensión y soplos, trastornos neurológicos como sensación de adormecimiento de manos y pies (parestesia), disminución de la fuerza muscular (paresia), pérdida de la atención y memoria con bajo rendimiento intelectual. Anemia por el desarrollo de glóbulos rojos anormales (macrociticos) y en menor cantidad, que se expresa con fatiga, cansancio y debilidad general.
-Hipovitaminosis C; debilidad de los vasos sanguíneos o fragilidad capilar con tendencia a sufrir hemorragias fáciles de producir, debilidad inmunológica que se expresa con infecciones recurrentes, debilidad del colágeno que se expresa en una piel poco flexible, tendencia a las arrugas prematuras, cabello quebradizo y uñas desvitalizadas.
-Hipovitaminosis D; debilidad de los huesos (osteomalacia), descalcificación (osteopenia y osteoporosis), raquitismo infantil, caries dentales, deficiencias hormonales, infertilidad y pérdida de memoria.
-Hipovitaminosis E; trastornos de la reproducción, infertilidad y/o esterilidad femenina y masculina, tendencia al desarrollo de tumores por acción de los radicales libres, infecciones frecuentes.
-Hipovitaminosis K; trastornos hemorrágicos, tendencia a la arteriosclerosis y a la osteoporosis.
-Deficiencia de Hierro; debilidad general y falta de fuerza por anemia.
-Deficiencia de Magnesio; trastornos del sueño, tendencia al estreñimiento, migrañas, hipertensión y calambres.
-Deficiencia de Fósforo; tendencia a la osteoporosis, desvitalización y falta de energía.
-Deficiencia de Potasio; calambres musculares, arritmias cardiacas, hipertensión arterial
3. Nuestra alimentación es fundamentalmente acidificante
Los alimentos acidificantes son aquellos cuyo metabolismo tiende a reducir los valores del pH de la sangre y del medio interno, cuyo valor normal es de 7,35 a 7,45, es decir, ligeramente alcalino. El pH es una medida del grado de acidez o alcalinidad de una sustancia y se expresa en una escala que va dese el cero (0) al catorce (14). El valor medio de siete (7) indica que la solución es neutra, por debajo de siete (7) indica acidez y por encima de siete (7) indica alcalinidad. El funcionamiento normal de nuestras células, enzimas y millones de reacciones metabólicas ocurren en un ambiente ligeramente alcalino y por ello, la acidificación de nuestros líquidos afecta severamente nuestra fisiología y nos predispone a enfermar.
El poder alcalinizante de los alimentos es directamente proporcional a su contenido en minerales y por esa razón los alimentos con mayor potencial alcalino son los siguientes:
• Frutas: crudas o frescas, todas en general y especialmente las “ácidas”.
• Frutas desecadas y menos las cocidas sin azúcar.
• Hojas verdes crudas, infusiones de hojas, algas secas y molidas.
• Raíces y tubérculos crudos y sus aguas de cocción
• Grasas no saturadas, aceites no refinados ni calentados.
• Frutos secos de almendra, ajonjolí, avellanas, nueces y semillas de linaza, girasol y aceitunas.
• Habas de Soja, entera, harina, aceite, leche y todos los derivados.
Los alimentos acidificantes son los que contienen mas bajo contenido de minerales, además, liberan gran cantidad de ácidos fuertes cuando son metabolizados dentro del organismo y también promueven la desmineralización del cuerpo al ser metabolizados. Estos alimentos son:
-Acidificantes Directos: ricos en ácido úrico y purinas
• Carnes, pescado, aves y huevos, y sus caldos
• Café, té, cacao, cola y mate
• Quesos y sal de cocina
• Maní y Leguminosas no germinadas
• Leche de vaca, helados, licores y todos los edulcorantes.
-Acidificantes indirectos: los desmineralizantes
• Azúcar, harinas blancas y cereales desnaturalizados
• Grasas saturadas, mantequilla, margarina, aceites refinados y cremas.
• Dulces, galletas, panes, pastas, pasteles y mil recetas que los contienen
La consecuencia de una alimentación acidificante es la “desmineralización” del cuerpo, lo cual acarrea una serie de enfermedades estructurales como el raquitismo en la infancia, la osteoporosis y artrosis en la edad adulta y además el medio ácido predispone al desarrollo de infecciones y favorece la producción del cáncer.
4. Nos mantenemos en un estado permanente de oxidación
Los “Radicales Libres” (RL) son átomos que han perdido un electrón de su última orbita, la más externa, como consecuencia de una interacción con otros átomos. En esta condición, se vuelven inestables y se mueven a gran velocidad dentro de los líquidos y los tejidos, buscando robar un electrón a otro átomo, para completar su carga eléctrica y estabilizarse. En esta búsqueda puede causar daño a las células y a sus organelas, como las mitocondrias y el núcleo, donde se encuentra el material genético. El daño celular causado por los RL puede dar origen a muchas enfermedades serias de carácter crónico y letal, como la aterosclerosis y el cáncer.
La magnitud y cantidad de RL que se producen en nuestro organismo, como resultado del metabolismo normal de los alimentos, genera un nivel de “estrés” bioquímico que se conoce como “Estrés oxidativo”. A mayor nivel de estrés oxidativo, mayor cantidad de RL circulantes y mayor riesgo de enfermarnos. Los científicos han estimado que la generación actual genera diez (10) veces más radicales libres que una generación atrás (padres), cien veces (100) que dos generaciones atrás (abuelos) y mil veces (1000) que tres generaciones atrás (bisabuelos).
Nuestro organismo está dotado de una serie de moléculas y sistemas “antioxidantes endógenos” que le confieren una capacidad para neutralizar estos RL que se producen de forma normal en nuestro metabolismo, como son el sistema del “glutatión” controlado por las enzimas “glutatión oxidasa y peroxidasa”, el llamado “Citocromo P450”, la enzima “Superóxido dismutasa” (SOD), y las enzimas “Catalasas”. El problema radica en tener un estrés oxidativo tan elevado, que supera nuestra capacidad endógena para neutralizarlo.
Los “Antoixidantes exógenos” son aquellos nutrientes que tiene la capacidad de neutralizar los RL, como las vitaminas A-C-D-E, algunos minerales como el selenio, zinc y germanio, y otras moléculas como la coenzima Q10, el ácido alfa lipoico, los bioflavonoides y el picnogenol, todos ellos contenidos fundamentalmente en los alimentos del reino vegetal, crudos y frescos. Lamentablemente, la contaminación de los alimentos con pesticidas, herbicidas, aditivos alimentarios, así como la manipulación genética y las radiaciones ionizantes, destruyen el potencial antioxidante de los alimentos
5. Fumamos todo el tiempo
Actualmente se calcula que hay unos 1.000 millones de fumadores en el mundo, el porcentaje de varones fumadores ha aumentado un 41%; mientras que el de mujeres un 7%, es decir, de 721 millones de fumadores en 1980 se ha pasado a 967 millones en 2012.
Más de la mitad de los niños españoles son fumadores pasivos, bien porque fuman sus padres o porque lo hace la persona responsable de su cuidado. Entre 80.000 y 100.000 jóvenes de todo el mundo se hacen adictos al tabaco cada día. Los jóvenes fumadores tienen menos capacidad pulmonar y una mayor incidencia de infecciones respiratorias. El tabaco es el primer agente contaminante de los pulmones, un cigarrillo menos equivale a 11 minutos más de vida.
Uno de cada dos fumadores muere prematuramente a consecuencia del tabaquismo, la mitad lo hace antes de los 65 años. El 80% de las víctimas de ataques de miocardio menores de 45 años son fumadores. El tabaco es el principal factor de “RIESGO” para el cáncer , en efecto, el tabaquismo es responsable del 33% de los casos de cáncer en hombres y del 10 % en mujeres. El tabaco está relacionado directamente con el 90% de los casos de cáncer de pulmón, asimismo, el 50 % de los casos de cáncer de vejiga están ligados al tabaco.
En 2030 podrían morir ocho millones de personas cada año en todo mundo a causa del tabaco, según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2008. El 80 % de estas muertes se producirían en países en vías de desarrollo.
El tabaco cuesta a la economía mundial 200.000 millones de dólares cada año, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México.
6. Vivimos estresados
El estilo de vida actual de las poblaciones que viven en las grandes urbes está cargado de múltiples situaciones de estrés, a las cuales estamos obligados a hacerle frente con nuestro terreno biológico y carga genética particular e individual.
La respuesta de nuestro organismo a los estímulos estresantes se manifiesta con una serie de cambios en nuestra fisiología que nos preparan para el “ataque” o la “huida”, y esa respuesta la desarrollamos como parte de los mecanismos de defensa para la supervivencia cuando vivimos nuestra etapa de “homo sapiens” en los orígenes de la prehistoria.
Cuando vivimos una situación de estrés agudo nuestro cuerpo reacciona incrementando bruscamente la producción de un grupo de hormonas llamadas “catecolaminas” (adrenalina y norepinefrina) desde la glándula suprarrenal, la “glándula del estrés”. Estas hormonas van a preparar al cuerpo para el ataque o la huida mediante la redistribución de la sangre hacia el cerebro y los músculos, incrementando la tensión y fuerza muscular, acelerando el corazón y la circulación, incrementando la producción de glucosa y acelerando el metabolismo, aumentando el estado de alerta y acelerando los reflejos. Una vez que la situación de estrés agudo desaparece, se reduce la producción de catecolaminas y el cuerpo recobra la normalidad de su fisiología.
Cuando vivimos una situación de estrés crónico, como le ocurre actualmente a la mayoría de las personas que habitan en los grandes centros urbanos, nuestro organismo responde desde la glándula adrenal incrementando la producción de “cortisol o cortisona”, la cual va a generar cambios similares a los de las catecolaminas, aunque sostenidos en el tiempo.
Cuando llevamos un estilo de vida altamente estresante y respondemos con “distrés” mediante la producción constante de catecolaminas y especialmente de cortisol, por tiempo prolongado, nuestro organismo se va deteriorando progresivamente y se crean las condiciones para el desarrollo de múltiples enfermedades.
- Agotamiento físico y mental extremo que conducen a estados de ansiedad, depresión, fibromialgia y fatiga crónica.
- Debilitamiento inmunológico que se expresa como infecciones recurrentes o cuadros alérgicos.
- Tolerancia inmunológica que puede conducir al desarrollo de tumores benignos o malignos.
- Trastornos cardiovasculares como arritmias cardiacas e hipertensión arterial.
¿Cómo hemos llegado a esto?
Como mencionamos anteriormente, en los últimos 200 años hemos vivido bajo la influencia de la “revolución industrial” y ha sido el uso de la tecnología en todos los ambientes de la vida, lo que ha generado las mayores transformaciones y la que nos ha colocado en este estado de eventos.
Particularmente cuatro tipos de industrias, son las que han ejercido el mayor potencial contaminante y dañino para nuestra salud y amenazan la supervivencia de nuestra especie. Esas industrias son:
a.-La industria alimentaria
La industria alimentaria moderna comenzó a instaurarse después de la segunda guerra mundial, y en 70 años ha logrado modificar nuestros hábitos alimenticios de una forma dramática, implementando mecanismos y procesos que han marcado una era específica:
-Era de los “Agroquímicos” que se inició en 1945 y dominó la producción agrícola de forma exclusiva durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX.
-Era de los productos “Procesados” y “Ultraprocesados”, que se inició en las dos últimas décadas del siglo XX y se basa en la modificación física y química de los alimentos naturales con el uso de miles de “aditivos químicos” para hacerlos más perdurables (conservantes), y apetecibles (colorantes, suavizantes, aromatizantes, saborizantes).
-Era de la modificación “genética” de los alimentos, iniciada en la última década del siglo XX con la excusa y propaganda de hacer los cultivos más resistentes a las plagas convencionales y lograr con ello reducir el hambre en el mundo. Incluye los procesos de alimentación “transgénica” y la “clonación” de seres vivos para aprovechar sus ventajas nutricionales.
-Era de la “mecanización robótica” de la agricultura, la fertilización “sistemática con drones” y la aplicación de “radiaciones ionizantes” para destruir todos los microbios y evitar las intoxicaciones alimentarias de naturaleza infecciosa. Iniciada desde el comienzo del presente siglo.
El resultado final de la aplicación de toda esta tecnología alimentaria ha sido la globalización de los hábitos alimenticios modernos de carácter fundamentalmente “degenerativo”, el debilitamiento fisiológico y genético del ser humano, la proliferación de las llamadas “enfermedades modernas” y el crecimiento desmesurado del “hambre” en el mundo, todo lo cual, hace resaltar el objetivo “Eugenésico” de las corporaciones transnacionales que conforman la industria alimenticia actual.
b.-La industria farmacéutica
Representa otra de las poderosas industrias hija de la Revolución Industrial, que se inició desde finales del siglo XIX con la invención de los primeros medicamentos, como la Aspirina, la Morfina y los primeros antibióticos como las Sulfas y la Penicilina, para tomar una fuerza y poder inusitado desde las primeras décadas del siglo XX con la implementación de las vacunas infantiles.
En tan solo medio siglo, esta industria se apoderó de todas las universidades que forman profesionales sanitarios, de todos los hospitales donde se realizan investigación médica, de todas las instituciones y asociaciones médicas del mundo, incluyendo la OMS, la OPS y todos los Ministerios de salud como la FDA americana y los CDC, con la única intención de hacer de la “prescripción de medicamentos químicos” la única forma de tratamiento convencional aceptada universalmente.
c.-La industria Médica Convencional
Nacida de forma paralela con la industria farmacéutica, hacia finales del siglo XIX se ha logrado imponer, en apenas 150 años, como la única forma de medicina aceptable en casi todos los países. Borrando y eliminando, con el uso de la fuerza, las componendas, conspiraciones, sobornos y practicas similares, toda forma de medicina tradicional, vitalista, natural y basada en el respeto a la naturaleza, para lograr controlar la formación de los profesionales sanitarios y adoctrinarlos en sus principios para convertirlos en “peones eficientes” que no solo divulgan sus verdades y falsa ciencia, creada y financiada por la poderosa industria farmacéutica, sino que además son los “zoombies esclavos” que prescriben y comercializan todos sus fármacos y medicamentos.
La Medicina Moderna, llamada “Oficialista”, “Ortodoxa” o simplemente “Convencional”, se basa en el “materialismo cartesiano” del pensamiento Darwinista y Newtiano del siglo XVII y XVIII, que entiende y trata al cuerpo humano como si de una máquina se tratara, lo segmenta en miles de partes separadas mediante la “especialización y superespecialización” médica, ignorando por completo la visión del organismo como un “todo integrado” y holístico, negando además la existencia de la “energía” , y la fuerza de la “mente y las emociones” en el normal funcionamiento de nuestros órganos y sistemas para mantenernos en salud.
Como consecuencia de 150 años de dominio de la medicina moderna oficialista, la humanidad se ha convertido en un gran rebaño de “ratas de laboratorio” sobre la cual se realiza toda clase de experimentación, y nuestros cuerpos se han convertido en una “incubadora” de toda clase de enfermedades crónicas, degenerativas, autoinmunes, oncogénicas e infecciosas, al ser invadido desde el nacimiento y hasta antes de nacer, con toda clase de medicamentos, analgésicos, antiinflamatorios, antibióticos, una diversidad de vacunas (hasta 45 en algunos países), que se perpetúan a lo largo de toda nuestra vida, manteniéndonos como “esclavos felices” de la farmacia, para asegurar y mover el capital que le da de comer a la bestia de la industria farmacéutica de la cual depende.
d.-La industria de las telecomunicaciones
Es una industria que se ha desarrollado especialmente desde el último tercio del siglo XX con la implementación de la telefonía móvil y la invención del “internet”, que en 30 años ha generado tantos cambios en la forma de vida de los seres humanos que ya se le considera el pionero de la llamada “cuarta revolución industrial”.
El aspecto más negativo para la salud del ser humano desatado por el crecimiento de esta industria, recae en la creación de grandes campos de energía “electromagnética” cuya capacidad generadora de enfermedades serias, ha sido ampliamente documentada por grandes metaanálisis y estudios multicéntricos llevados a cabo en diferentes países del mundo desde los años 80 del siglo XX.
En la década del 2020 se implementó la tecnología del 5G, soportada por 5000 satélites lanzados al espacio y ubicados alrededor del planeta para enviar ondas electromagnéticas de alta potencia que brindará la máxima velocidad hasta ahora alcanzada por la telefonía, pero que se acompañará de graves consecuencias en términos de salud para la humanidad.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero que debemos hacer es incrementar nuestro conocimiento en todos los aspectos relacionados con la “buena salud”, ya que la “ignorancia” es la causa principal de una “mala salud”, porque nos obliga a vivir “ciegamente” y de forma “inconsciente”, estilos de vida completamente “insalubres” que más tarde o más temprano debilitarán nuestra “fuerza innata de sanación” y nos conducirán a un estado de enfermedad.
Por otra parte, la “Epigenética” ha demostrado que el “Estilo de vida” de una persona es más importante que la misma “carga genética” heredada, la cual lo pudiera predisponer a padecer de una enfermedad determinada, sin embargo, esos genes pudieran expresarse y manifestarse en cualquier momento de la vida, o no hacerlo, dependiendo de la “naturaleza” del estilo de vida de esa persona. Por lo tanto, aprender a “vivir correctamente” para crear un estilo de vida saludable, cobra una importancia capital para mantener nuestro organismo libre de enfermedad.
En la década de los años 70 del siglo XX, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que: “La Salud es el completo estado de bienestar biológico, psicológico y social, y no simplemente la ausencia de enfermedad”; por lo tanto, nuestro proceso de “formación en salud” debe tener ese enfoque “holístico o integrativo” señalado por la OMS, para poder alcanzar con plenitud la verdadera salud que todos anhelamos.
En ese sentido debemos tratar de adquirir conocimientos en:
a. Orientación o Educación nutricional, para evitar los principales errores alimenticios que nos impiden llevar una alimentación enmarcada dentro de las “Leyes de la Nutrición Natural”.
b. La “Desintoxicación” como herramienta fundamental para mantener nuestros cuerpos libres de toxinas con las que nos toca convivir en la sociedad industrial y venenosa actual en la que todos vivimos.
c. Las técnicas de relajación y/o meditación que nos ayuden a liberarnos del exceso de estrés que cargamos a diario, para ayudar a nuestro organismo a mantenerse en estado de equilibrio emocional.
d. Crecimiento personal y/o espiritual para desarrollar una filosofía de vida que nos permita vivir en armonía y felicidad, tanto en nuestro entorno familiar como comunitario, y aportar así nuestro granito de arena para hacer de este mundo un lugar más humano y perecedero en el tiempo para las generaciones futuras.
e. Ejercicio físico adecuado a nuestra constitución y adaptado a nuestras necesidades fisiológicas, en cantidad y calidad suficiente para activar todos los procesos que potencian el estado de equilibrio que nos mantiene en salud.
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